martes, 17 de enero de 2023

EL OPINISMO: AÑORANDO A (SH)AKIRA KUROSAWA

Desde este lado del teclado se percibe cierta burbuja de opinismo. Nos hacemos opinónamos. Opinamos hasta de lo que nunca ha existido, o incluso de la opinión que tiene x sobre lo que ha dicho Y respecto al comentario de H sobre las declaraciones de G… así hasta que nos olvidamos de qué estábamos opinando (“En Madrid hay atascos que te hacen olvidar dónde vas” se dice en un libro que el pudor me impide mencionar). 

Opinamos a primera vista, sobre lo inmediato, la primera impresión, la primera reacción… De hecho, la primera frase de este texto habrá encendido en más de un@ la necesidad de sacar la bandera de la libertad de expresión. Faltaría más. Hay que expresarse hasta estresarse por no expresarse. Vaya frase para locutar. 

 Además, opinamos con determinación, hasta el punto de que un “yo creo que” se convierte en un ES, las críticas son sentencias y se busca encasillar, etiquetar, juzgar y sobre todo, “quedar por encima” o vencer a las opiniones discordantes. La humildad es falta de personalidad, debilidad, o incluso cobardía. Si surge una descalificación, la asociamos a “hablar claro” y no a la mala educación. Si alguien no está de acuerdo o se queda sin argumentos para rebatir, cada vez con más frecuencia el razonamiento consiste en sentirse ofendid@, ocasionalmente bajo el amparo de algún colectivo, lo que convierte a la otra parte en un ser insensible y despreciable. El día que wordpress saque el plugin de los colectivos susceptibles y el texto pase el filtro, serán las palabras más ambiguas jamás escritas. 

Y si una opinión no genera reacciones no vale una mierda, aunque profundice, exponga unas circunstancias, un contexto, fuentes de información, de manera clara y precisa. Porque intentar aclarar las cosas hace que sean menos opinables. Las opiniones son más importantes que los hechos, o que la propia verdad. De hecho, la verdad no existe. Se desconfía de todo. 

 La cosa (tomo prestada la acepción de Umbral) suele referirse a todo esto como polarización. Pero los polos se derriten. Esto tiene que ver más con el calentamiento global, con desertificación por la ausencia de coherencia, honestidad, equilibrio, comprensión, conocimiento, reconocimiento, razonamiento… Vaya, con tanto “miento” pierdo credibilidad.

Curiosamente, cuantas más opiniones hay, menos voces con las que estar de acuerdo encuentro. Como ejemplito, un tema menor. Estos días seguir la actualidad es todo un shakirificio (Uy qué forzado). La gente, o está con Shakira, o la critica (a favor de Piqué no he visto mucho…). Pero no me ha parecido leer en ningún sitio que la canción resulta facilona, mediocre, improvisada, insustancial, superficial, carente de sensibilidad, y que un chaval de la ESO podría haber mejorado letra letra. Ya, no vamos a pedir a Shakira que componga al desamor como Sabina o Antonio Vega. Pero sí al menos que intente disimular el oportunismo, o incluso el rencor y que se lo curre un poco más. Ahí entra Kurosawa, que tuvo problemas en Hollywood por ser excesivamente exigente, estricto, disciplinado o simplemente japonés, en los rodajes. Era un perfeccionista enfermizo. Con Shakira da la sensación de que cualquier cosa valía con tal de salir en el momento adecuado. Y que un zasca genera más que una buena canción. Kurosawa necesitaba conseguir como fuera los efectos visuales y las emociones que había en su idea de peli. Shakira necesitaba pagar a Hacienda. El lado artístico, el lado Kurosawa de Shakira se pierde. 

 ¿Y? Pues eso, el caso es opinar. ¿Sirve de algo? No. Pero estaría un pelín peor si no lo hubiera sacado porque en el fondo, opinar es respirar.

jueves, 13 de agosto de 2020

Ella

Hoy, cuando quedes con ella, para el tiempo. Detente unos segundos antes de acercarte. Deja los 2 metros de admiración y fíjate en la luz que desprende su tono dorado, a veces tostado, brillando a la sombra de una esas terrazas donde las mascarillas no consiguen tapar las sonrisas.

Después, cuando se imponga el deseo, sentirás su sudor frío en la yema de tus dedos y tus labios convertirán el sabor de su cuerpo en una explosión de dopamina capaz de dejar un poso de felicidad en el peor de los días.

Hoy, más que nunca, tómatela en serio. Sabes que seguirá contigo muchos años porque, sencillamente, es la caña.

Feliz Día Internacional de la Cerveza

lunes, 6 de abril de 2020

“Y qué” (psicolosofía de andar por casa)


¿Cambiaremos de era, o solo de ERE? ¿Iremos a más o a Mad Max?

“Esto” nos está abriendo los ojos. Nos estamos dando cuenta de que vivimos tiempos en los que no sabemos en qué tiempo vivimos.

Las certezas sobre mañana (y digo mañana y no el mañana), tienen ahora más valor que nunca. Justa ahora, que tenemos más herramientas que nunca para averiguarlas. Suele pasar, cuanto más necesario, más complicado. De hecho, creo que hay dos tipos de certezas: las que nadie puede asegurar al 100%, y las del Jerte.

Probablemente, hemos querido abarcar demasiado y la casuística de nuestros propios pasos se nos ha ido de las manos.

Podemos saber qué día nos visitará el Cometa Hale-Boop en el año 4.520, pero el pasado 30 de diciembre, nadie tenía la más remota idea de que al día siguiente varias personas acudirían a los hospitales de Wuhan con una neumonía de origen desconocido.

Mientras, las multinacionales viven de sus estimaciones -gastan millonadas en apuntalarlas- casi tanto como de su facturación. Los gobiernos hacen ministerios llamados Agenda 2030 (ejem), y nosotros vivimos el “porsiacaso” mucho más de lo que somos conscientes (según KPMG, un 94% del sector seguros preveía aumentar su facturación en 2019).
  
Las certezas son consustanciales a nuestra existencia. Ya sabes, necesitamos estabilidad, previsión, hábitos, horarios, regularidad… Tenerlo todo controlado nos hace más felices. Lo que pasa es que YA NO SABEMOS QUÉ ES TODO.

Y como ni sabemos ni podemos mantener a raya todo lo que nos rodea, hay que vivir conscientes de que pase lo que pase, sea lo que sea, forma parte de las reglas del juego. Vivir, también era esto. Hay que seguir dando pasos, tomando decisiones… hay que trabajar una actitud a prueba de lo desconocido, tirar palante, por otro camino, en otras circunstancias, pero palante. Porque el tiempo que dedicas a compadecerte, no estás jugando. Es más, hay que ser tan jodidamente fuerte como para que te salga un “Y QUÉ” como una pedrada seca directa a la putada de turno. SÍ, “Y QUÉ” JODER, “Y QUÉ.” Se supera y punto. Bueno, y punto no, a seguir.

OJO: Y QUÉ puede parecer la respuesta de un ser despreciable cuando “Esto” mata y mata más de lo que nadie pudiera imaginar hace unas semanas. Suena insensible, irresponsable, despreocupado…(suena a prefijo), pero “Y QUÉ” no es dejar de sufrir o de querer… Todas las sensaciones que tocan lo más humano son eso, parte del juego. Pero si tienes un Y QUÉ, tienes una energía mental descomunal para llevarlas en la mochila. Pura vitalidad.

En definitiva, no tengo ni puta idea de lo que pasará después de “Esto”, pero sí sé que se cumplirán alguno de los topicazos que de tanto manosearlos parece que pierdan valor:

1.La falta de certezas sobre el futuro, la incertidumbre, provocará que vivamos más el presente. ¿Qué puedo hacer para que este momento sea cojonudo? Aprovéchalo, da un pasito hacia delante para cambiar una situación que no te mola (solo eso reconforta), o un pasito atrás para ver desde la distancia el instante que estás disfrutando y piensa que en ese rato, estás siendo feliz. Eso te hará más feliz.

Vivir el presente también es hacer planes y luchar por ellos. Necesitamos ilusionarnos, pensar en la sorpresa de cumpleaños para nuestros hijos, en el día que volverás a ver a los amigos que te enseñaron a ser amigo/a, en proyectos, viajes, conciertos, en la cerveza (que no certeza) del viernes por la tarde… Pero si algo se tuerce, ya sabes, lleva un Y QUÉ contigo y sigue jugando.

2.Como decía al principio, “Esto” nos ha cogido de la solapa y nos ha zarandeado pero bien. La convicción de que no somos (tan) biológicamente infalibles nos empujará a cuidarnos más. Quizás por prudencia, responsabilidad, por respeto a nosotros mismos, por pura estética, o por el “qué dirán” (tengo la sensación de que zampar alimentos hipercalóricos en público puede llegar a generar los mismos cuchicheos que un tipo agarrado a la botella en un parque). Nuestro DNI indicará el nivel de azúcar, colesterol, tensión arterial y pulsaciones en reposo. No se cuida, es una amenaza para los demás. No está lejos ese día.

3. Seremos más humanos. Seremos, porque haremos. Sentir una injusticia o una desgracia que afecta a millones de personas ayuda tanto como no sentirla. Seremos más consecuentes con nuestro dolor: ACTUAREMOS.

Termino. Quizás este post suene a sucedáneo de sucedáneo de Paulo Coelho (ya de por sí empalagoso), pero vaya, supongo que en estos días todos nos miramos un poco más dentro. Gracias por leer hasta aquí. Mucha fuerza y mucho “Y QUÉ”.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Cuando pedir es más generoso que dar



Te aviso. Me lanzo al teclado sin saber qué contar pero con muchas ganas de contarlo.

Efectivamente, después de tomarme un respiro bloguero de casi 2 años (aunque te recuerdo que todos los días escribo guiones, cuñas, folletos e interneces varias sobre coches, seguros, bancos y bla bla bla), ahora luzco jeta hasta decir “no sé qué contar”, como si todos los días contara algo, o contara para alguien.

Si fuera yo pasaría de mí, pero como eres tú, intentaré colarme por ese resquicio de generosidad para seguir de tecleo. Por otro lado, sin esta jeta no habría escrito ni un solo post (unos 200 desde mi primer blog). Y el médico me ha dicho que lo saque.

La actualidad me aburre. Está pasada de moda. Ya sabemos que todo puede suceder y una vez que lo sabemos, sea lo que sea aquello que pasa, pierde relevancia, no sorprende. De hecho, aunque todo puede pasar, lo que pasa cada vez es más previsible. Disculpa el trabalenguas y la filosofía de bar.
¿Entonces? Voy a escribir sobre una amiga (hola Armi) que me ha pedido que escriba. Sin más. Y sobre todo, voy a escribir sobre lo que eso significa.  

Tú no eres normal. Quién seas. Hay algo que haces muy bien. Cazar protones, recitar recetas, dejar sin palabras, hablar en digitalital… Da igual. Eso que haces bien, en mayor o menor medida, te hace disfrutar. A ti y a los demás. Por cierto, ¿lo haces bien porque te lo piden, o te lo piden porque lo haces bien? Lo importante es que lo sigas haciendo. Ni friki ni ostias. Eres excepcional. Pero más importante aún es QUE TE LO PIDAN DE VERDAD, de corazón. Seamos sinceros: ese reconocimiento reconforta, es un chute de autoestima que motiva para ser mejor en “eso”, y en lo que pida el día a día. Te reconcilia contigo, con tu personalidad, te ayuda a sentirte valorad@ (lo que a su vez te permite ser más humilde, que suele sentar bien), te da fuerzas para atreverte, para ir más allá, alimenta el alma, inspira… (como siga voy a tocar el cielo, y luego hay que bajar).

Al pedir a una persona que se ejercite en aquello que disfruta y destaca, estás practicando un acto de generosidad extraordinario. Primero, porque reconocer las cualidades del prójimo cuesta cada vez más. Hacerlo es ser humano. Pero fundamentalmente, porque desempeñas una función esencial para la actitud y salud mental de cualquiera con sangre en las venas (eso de la autoestima que antes se me fue de las manos). De hecho, cuando pides algo así, también te sientes mejor.

En definitiva, que alguien te diga “escribe un libro” o “tienes que escribir más”, mola. Mola tanto como para retomar un blog dormido desde hace casi 2 años.

Gracias Armi.

martes, 10 de enero de 2017

Homenaje a Zafir

Cuando nació esta mujer todavía existía el Imperio Otomano. La red eléctrica era solo el sueño de algún loco. Nadie había pronunciado la palabra "avión" o la palabra "vitaminas". Esta mujer ha pasado por las dictaduras más atroces, las guerras más devastadoras de la historia, genocidios, exterminios, el terrorismo como rutina, y toda aquella forma de crueldad capaz de aplastar la confianza en el ser humano. Cumplir 116 años es una proeza cuando tu mundo se empeña en alejarte de la vida y en tapiar las ventanas por donde asoma algo de luz. Pero no es ese el motivo de mi modesto homenaje. Aplaudo a Zafir porque después de todo eso, todavía tiene ganas de vivir como para iniciar una nueva vida. Dejar atrás 116 años, desafiar al hambre, al frío y a las mafias durante cientos de kilómetros, y pasar 4 meses de campo a campo de refugiados sin tirar la toalla, envuelta en una maraña de trámites y burocracia en la que nunca se ve el final. Ahora, por fin, tiene colchón y techo en Grecia, quizás el primer hotel de su vida. Pronto llegará a Alemania donde a buen seguro -y como paradoja propia del mejor final-  morirá rodeada de avances tecnológicos y atenciones porque una vez allí, se apagará la ilusión de llegar, de conseguirlo, de vencer… en definitiva, todo aquello que la empujaba al siguiente paso. Zafir morirá cuando se sonría a sí misma. Y morirá sin dejarnos su legado, su historia, sin sus conferencias, su biografía no autorizada, su fundación, sus entrevistas en prime time, su Príncipe de Asturias, su trilogía marketiniana disfrazada de sueños, lucha, valores …Pero a Zafir no le hace falta nada de eso. No necesita nada porque ya ha demostrado mucha más dignidad que cualquier dirigente que dice luchar por las libertades mientras ordena o permite que se cierren fronteras. Solo necesitaba que alguien dijera a los demás que existe. Ahora, miles y miles de personas sentirán el mismo impulso que yo para mantener viva su voz. Gracias por tu ejemplo Zafir.



martes, 31 de mayo de 2016

¿Cómo hemos llegado a esto?

Ojalá fuera solo fútbol. Ojalá no sea más que un partido. Ojalá tantas cosas... Es curioso, cuando más cree uno que el fútbol no tiene remedio, que huele cada vez peor (el final de liga en cuanto a descenso ha sido repugnante...) y que lo extradeportivo gana cada vez más partidos al talento, al esfuerzo y a la inteligencia, más soy del atleti, y quizás, por todas esas cosas, menos sentido tiene serlo. Pero es que ser del atleti no tiene sentido. Por eso es tan grande, porque en el fondo, tarde o temprano sabes que te va a pasar algo tan cruel como lo del sábado. Y sin embargo, uno vive sus colores como parte de su vida. No es solo ocio, no es solo el día del partido o los comentarios del bar o la oficina. Uno es del atleti las 24 horas porque cualquier momento es bueno para ilusionarse, para evadirse o incluso, para soltar todo esto. En definitiva, ni se nace, ni se hace, ni mucho menos, se elige. Cuando te das cuenta de que eres del atelti, ya es demasiado tarde. Cuanto antes asimiles que tus emociones están expuestas a lo mejor y lo peor, menos padecerás los sinsabores del "casi", de "lo tuvimos" o del "si no hubiera sido por..." Te ha tocado, amigo, ser del atleti, y punto. Pero hablo de ser del atleti, no solo de este atleti. Ahora, quizás sea más fácil llevar la rojiblanca. Ahora, quizás está de moda porque lo están las emociones fuertes. Gracias a ese tipo con mote de barrio empeñado en demostrarnos una y otra vez que todo es posible, el efecto de los éxitos y los palos se multiplica de manera exponencial. Gracias al tipo que ha hecho del sufrimiento un arte, del esfuerzo parte del espectáculo y de la dificultad esencia de la motivación, millones de almas han empezado a sentir que su sangre corre más rápido cuando le ven agitar sus brazos hasta reventar a decibelios el Calderón, o hacer de cada balón dividido una oportunidad para ser digno de jugar en este atleti. El atelti del CHOLO. Y ahora, CHOLO, dices que te lo vas a pensar. Ahora, después de un partido que nos ha hecho a todos más atléticos. No jodas, CHOLO, estas cosas no se piensan. Se llevan dentro. La suerte (sí, yo sí creo en la suerte), se fue con el de siempre, eso es todo. Solo porque un balón resultó tan caprichoso como para elegir los 12 cm que ponen fin a 7 metros y medio de gloria. Solo por eso, te lo vas a pensar... Ya sé que ese tipo de palabras ("suerte", "excusas", "lamento" y todo aquello que no ayude a levantar la cabeza para ver el siguiente obstáculo), no tienen cabida en el diccionario del trabajo, pero lo siento. Yo aquí, sí me voy a detener porque como digo, sí creo en la suerte. ¿Cómo hemos llegado a esto? 
Por un lado, el Real Madrid. El mayor presupuesto del mundo. Uno de esos equipos contados con los dedos de un "like" que no necesita jugar bien para ganar (a veces, ni siquiera jugar)
Primer punto antes de los partidos: en las tres eliminatorias previas a la final, el Real Madrid ha jugado el segundo partido en casa, el mejor lugar para resolver posibles problemas. 
Eliminatorias: en octavos de final la bolita del sorteo sonríe a los blancos con la Roma, un rival que en aquel momento luchaba por el cuarto puesto del Calcio y acababa de perder 6-1 contra el Barcelona (y digo sonríe, además, porque entre los 8 equipos posibles se encontraba la Juve, el PSG, el Arsenal, el Benfica, Dinamo de Kiev... y solo uno inferior a la Roma, el Gent). Partido de ida (0-2). La Roma desaprovecha 4 ocasiones claras antes de que Cristiano marque de un disparo que golpea en el defensa para iniciar una parábola inalcanzable. El árbitro no pita un penalti de Carvajal reconocido por la prensa española y finalmente Jessé remata la eliminatoria resolviendo un contragolpe con determinación propia del gran jugador que no le dejan ser en su equipo.
Partido de vuelta (2-0). Durante la primera hora, La Roma desaprovecha 5 mano a mano ante Navas en la que quizás haya sido su mejor noche europea. En la crónica de Marca (ojo, de Marca) podían leerse comentarios del tipo "Ay, el día que nos coja un equipo decente..." o "si Salah tuviera pies de futbolista y no de velocista, el resultado podría haber sido diferente..." Después, sale un inspirado Lucas Vázquez que desatasca un partido decisivo para empezar a disfrutar de los minutos necesarios como para que un tal Vicente Del Bosque se fije en él. Un par de ráfagas y a cuartos.
Y en cuartos, El Wolfsburgfo. Podría ser Manchester City, PSG, Barcelona, Bayern de Munich, Benfica, o Atlético, pero la bolita dijo Wolfsburgo. La historia del wolfsburgo podría escribirse antes de llegar al final de esta línea, y comenzó a conocerse en esta eliminatoria. Sin embargo, el madrid es capaz de ganar la undécima el mismo año que pone al wolfsburgo una alfombra roja para deleitarse ante la caraja merengue. Partido de ida 2-0. Dudo que alguien recuerde el nombre de algún jugador del wolfsburgo que no sea Draxler. Quizás, el tipo con más talento de la liga alemana, que juega 2 niveles por encima de sus compañeros, y que en 45 minutos rebajó la cláusula de Danilo en la misma proporción que incrementó la suya. Primer tiempo memorable del equipo alemán y segundo tiempo de repliegue y contragolpe ante un Madrid sin juego, sin actitud y con la pólvora mojada.
Vuelta en el Bernabéu (3-0). El parido comenzó según el guión, con un Carvajal extramotivado, dueño de su banda, convertido en secundario de lujo para ponérselas a un cristiano que, eso sí, rematar es de las pocas cosas que no se le han olvidado. A la media hora eliminatoria igualada y se lesiona Draxler. Podían haber sido otros 10, pero la bolita dijo Draxler. El wolfsburgo se quedó en burgo. El Madrid guardó el descaro inicial para remangarse y hacer uno de sus mejores partidos en defensa. Todo era cuestión de aprovechar una contra pero la suerte llegó cuando una falta mal tirada se coló por el hueco de una barrera que era cualquier cosa menos barrera. No digo que el madrid no mereciera ese 3-0 (tampoco que lo mereciera) pero que no lo comparen con aquellas remontadas contra el Inter, la Juve o el Anderlecht. Estamos hablando del todopoderoso wolfsburgo, 9º de la liga alemana.
En semifinales se cruza el Manchester City. Un rival inferior al Atlético y claramente inferior al Bayern, pero al fin, un rival. Un equipo empeñado en lucir millones más que equipo, pero con un jugador capaz de marcar la diferencia, de esos que brilla haciendo brillar a los demás, eje del juego ofensivo del City. Un tal Silva. Ida: 0-0. Demasiado respeto mutuo hasta que a la media hora se lesiona un jugador. Adivináis cuál? exacto, Silva. El Manchester City reduce sus opciones en ataque a alguna contra muy puntual y el madrid se da cuenta tarde de que puede llevarse el partido, cuando un inspirado Hart y el larguero lo evitan (quizás el único momento de esta edición de champions en que el madrid no tuvo suerte)
En la vuelta (1-0), el Manchester demuestra a todo el planeta su miedo a la final. Ni presiona ni hay movilidad arriba, ni intenta entrar por bandas, ni nada. Para el ingeniero Peregrini el futbol es una sucesión de algoritmos que no deja espacio a la pasión, a las ilusiones o a los colores. El futbol es un tablero de ajedrez, incluso jugándote una final de champions. El Madrid no necesitó mucho para hacer más que su rival, y defenderlo (aquí sí se ha notado la mano de Zidane). A todos nos quedó la misma pregunta: ¿Cómo ha eliminado el Manchester City a un equipo que sí tiene carácter además de juego como el PSG? Como dice la vicepresidenta en funciones, "fubol es fubol".
El Madrid llega a la final frente a un atlético con el corazón maltrecho. Intentaré ser breve: 
PSV Eindhoven en octavos con la vuelta en casa (vaya, un poco de suerte). En la ida no faltan ocasiones pero el atlético evidencia una falta de pegada alarmante contra 10. En la vuelta, el PSV demostró que además de jugar también sabe sufrir y esta vez sí, después de una prórroga agónica, y una tanda de penaltis que hoy todavía acelera las pulsaciones, la suerte nos sonrió en el octavo de Juanfran (jugador que merece un altar en el Calderón).
En cuartos, el Barça. Ya conocemos las demás opciones, pero si eres el atleti y te puede tocar el peor (es decir, el mejor), te tocará, aunque sea para que el juego deje paso a la épica y el camino se torne en aventura. Y aquí encontramos a ese Torres sobreexcitado para lo bueno y para lo malo. Gol de maestro del desmarque y unos minutos después, expulsión rigurosa pero inocente. Adiós al partido en el minuto 34. El atlético, con 10 ante un Barça que olía sangre, tanta que el árbitro pasó por alto dos agresiones de un Suárez dispuesto a rematar también a Godín y a Juanfran. Los errores arbitrales son solo errores hasta que la vara de medir es diferente para cada equipo, entonces los errores son algo más. Visto lo visto, 2-1 resultó un mal menor para la vuelta en el Calderón. 
En más de una ocasión he oído a algún comentarista decir que el público no va al Calderón a ver un partido o a vibrar con su equipo. El público (y cuando me refiero a público me refiero a los 55.000) va al Calderón a jugar el partido. Sabe qué cantar, cómo apretar, cómo presionar, cómo animar, a quién, cuándo... el Calderón es parte del equipo porque el público siempre ha tenido la sensación de que también es importante. El CHOLO en eso, también es un maestro. Y todo esto se dejó sentir más que nunca en el partido de vuelta ante el Barça (2-0). Un atlético más motivado que nunca ahogó a un inoperante Barcelona que solo exhibía posesión. Ni peligro, ni llegada, ni ocasiones... después del pase antológico con el exterior de Saúl para el cabezado inapelable de Griezmann, el atlético tuvo el segundo en el larguero. La cabalgada de un inmenso Filipe en el 89 para provocar la mano y penalti de Iniesta muestra la diferencia de mentalidad de ambos equipos. Panalti y segundo de Griezmann. Pero el atleti es el atleti. Mano de Gabi en el 91 dentro del área que el árbitro pita fuera. En otro tiempo el árbitro hubiera pitado penalti. Hoy, el atleti y el Calderón se han hecho grandes de verdad. Tanto como para que un árbitro se lo piense 3 veces si la jugada no es suficientemente clara. El gol hubiera supuesto una prórroga demasiado agónica para el desgaste atlético, pero por una vez, la moneda cayó de nuestro lado.
Semifinales con el segundo partido en Munich. El Calderón vuelve a batir su propio record de decibelios. El Atlético se contagia, toma la iniciativa hasta que un canterano de 21 años llamado Saúl firma una de esas obras de arte que Messi imagina antes de los grandes duelos. Después, repliegue y a sufrir. El Bayern de Munich exhibió más potencial, velocidad de balón, diversidad de recursos y llegada que el Barcelona. Para mí, sin duda, el mejor equipo del mundo. De hecho, esto era el aperitivo de lo que esperaba en Munich...
Vuelta: 2-1. Se esperaba un inicio arrollador del Bayer, pero ni siquiera el Atlético del CHOLO era capaz de asimilar lo que estaba pasando... Para esos momentos, siempre nos quedará Oblack. El gol llegó a la media hora, gracias a una falta al borde del área que encontró la colaboración de Giménez para desviar una trayectoria imposible de adivinar. Nada pudo hacer Oblak. Pero lo mejor estaba por llegar: cuando solo el portero es capaz de detener al Bayern más demoledor hasta el punto de parar un penalti y el posterior rechace a bocajarro, uno piensa que lo peor ha pasado. Que después de aquel aluvión de juego y ocasiones, algo bueno depara el partido para el Atlético. Y así comenzó el segundo tiempo: Koke saca el balón del área, Griezmann deja en corto al niño y éste devuelve de primeras al francés en un pase antológico que recorre un pasillo alemán de 30 metros para batir a Neuer en contragolpe de manual. A parir de ahí, el atlético encontró su lugar en el partido, pero un gigante europeo poseído por el último aliento del todopoderoso Guardiola no necesita claridad para llegar al área contraria. Vidal gana un balón colgado al área que Lewandowski cabecea a placer para devolver al atlético el protagonismo acostumbrado de esta tortura emocional llamada Champions. Se puede hacer más agónico el desenlace? Sólo los mejores guionistas habrían imaginado un penalti inexistente fallado por Torres a 5 minutos del final. Entonces, todos aquellos seguidores atléticos que lucen heridas de guerra comenzaban a ver fantasmas en cada balón colgado al área de Oblak. Entonces, el equipo volvió a tirar de épica para llegar vivo al minuto 95 y afrontar la final más trabajada de la historia del Club.
Casi todo el mundo coincide en los pronósticos para Milán: pocos goles, muy disputado, un detalle decide... en esas circunstancias, el factor suerte resulta más decisivo que nunca. Y amigos, si algo ha demostrado esta Champions es que a suerte, el Madrid es imbatible. Comenzaron mejor los blancos, llegando con claridad y exhibiendo un poderío aéreo que terminó en gol a los 15 minutos. Después, el atlético tuvo el balón pero sin crear demasiado peligro. En la reanudación sale Carrasco (uno de los mejores fichajes de los últimos años) y él solo se inventa un partido nuevo, marcando la diferencia con un descaro y una capacidad de desborde más propia de un partido de pretemporada que de una final de Champions. El empuje Atlético culmina una pena máxima forzada por un Torres que mostró poco más que la personalidad que requería el partido. Griezmann lanza al larguero y el balón sale despedido al botar en el suelo. Lo siento amigos, pero todavía no se había sufrido suficiente. Estaba escrito desde octavos. El error dio vida a un Madrid que volvió a ver cierta claridad para demostrar que ni siquiera la mejor zaga del mundo es perfecta. Primero, con un mano a mano de Benzema ante un Oblak sin límites. Después, con un Cristiano Ronaldo que recibía balones con espacio y se quedaban en intenciones de un jugador más sobredimensionado que nunca. El empuje atlético continuó hasta que el de casi siempre, ese que nos metió en cuartos ante el PSV, dibuja un pase de primeras al segundo palo que un inspiradísimo Carrasco remata con todo varios metros antes de llegar al balón. Diez minutos por delante para soñar, pero no era el día para tocar la gloria en el último momento. Después, una prórroga que se perdió entre calambres, interrupciones y las excentricidades de ese tipo tan elegante llamado Pepe que recuerda a cualquier cosa menos a futbol. En los penaltis, nada que comentar. Estaba escrito desde octavos. Si queda algún consuelo, es que a los atléticos se nos da la oportunidad de volcarnos con Juanfran, un tipo esencial en este equipazo al que todavía no se ha reconocido suficiente. 
Y ahora qué. Saco 3 conclusiones:
Primera: al Madrid no se le puede ganar si necesitas que la suerte esté de tu parte. La suerte va con el peso de la historia.
Segunda: el CHOLO es, con diferencia, el mejor fichaje que puede hacer el atlético para la próxima temporada. 
Tercera: después de todo, este lunes he visto el colegio de mis hijos lleno de chavales con la rojiblanca. Necesitaría un post tan largo como este para explicar lo que no tiene explicación. O quizás no. Quizás simplemente baste con decir que eso es ser del atleti.
Aúpa atleti. La historia continua...






viernes, 22 de abril de 2016

Felicidades, Gracias, Perdón: carta abierta.

Buenos días señora,
Qué tal, cómo se ha levantado hoy... Me consta que se la van acumulando los achaques... Bueno, desde aquí, todo lo que la puedo decir es que intente ser optimista, que con el tiempo se aplicarán más y mejores tratamientos...(aunque no la voy a pedir que confíe... entiendo su malestar y sé que aquí nadie se ha ganado una pizca de credibilidad, ni mucho menos el valor ético o legitimidad que permitan siquiera insinuarla semejante esfuerzo, el de imaginar su futuro en nuestras manos...)
Hoy es un día importante para usted. Hoy estará especialmente ocupada, atendiendo a toda esa gente que la pide salir en la foto luciendo todo su esplendor, su encanto natural, bella, espectacular, y recordarla así, tal y como se muestra cuando la da el sol en la cara, y no tal y como está... porque eso, señora, entre usted y yo, aquí nadie sabe cómo se siente realmente... sólo sé que debe ser duro. Muy duro. En fin, como está tan solicitada, seré breve. Solo voy a decirla tres cosas. La primera, porque toca. La segunda, porque me apetece. Y la tercera, por vergüenza.
1. Felicidades. A su edad, y en su estado, nos sigue asombrando cada día. Nos sigue regalando momentos inolvidables... sigue dando lo mejor de usted, pese a que muchos somos conscientes de que no lo merecemos.
2. Gracias. Gracias por ser una anfitriona extraordinaria, por hacernos sentir como en casa. Por enseñarnos a vivir, por ser tan constante, tan generosa, tan extrovertida... Gracias por compartir su experiencia, por intentar agradar a todo el mundo, por hacer que cada día sea diferente, por generar salud, ilusión, inspiración... por ser amiga del arte, madre de la ciencia...
3. Perdón. Perdón por no pedirla permiso. Perdón por no saber ponernos en su lugar pese a verla todos los días. Perdón por no cuidarla, por exigirla más de lo que puede dar, por la torpeza de quitarla vida mientras pensamos en alargar la nuestra, por pedirla que salga guapa en las fotos sin darla motivos para sonreír. Perdón por decepcionarla, por obligarla a ser testigo de una historia que no eligió (y que no merece), por invadir su intimidad pensando que era nuestra. Perdón por engañarla, por decir progreso cuando era ambición, Perdón por pensar solo en nosotros, y por no pensar que todo esto pasaría. Perdón por limitarnos a pedir perdón.
Espero que, pese todo, pronto vuelva a ser feliz.


                                                                             22 de abril, día mundial de la Tierra