No suelo ponerme blandito. Y menos dejarme leer de esta
guisa. Pero es que han pasado 12 años… joder, 12 años. Ninguno de los 11
anteriores me ha llevado al teclado pero esta vez, tenía la sensación de que si
no escribía estas palabras se iban a quedar ahí dentro, escondidas en mi
timidez un año más. Y se las debo, vaya que si se las debo…
Uno mira atrás y ve alegrías tan enormes que solo con recordarlas
dan ganas de reconciliarme con el mundo. Incluso de reconciliar al mundo. También
algunos palos, momentos de mierda que unen, que enseñan que la vida en serio
también era esto, y que en el fondo, no son sino oportunidades para encontrar
esa felicidad tan reconfortante que llega cuando se superan las situaciones.
Todo ha merecido la pena porque todo, ha sido contigo. Con tu
apoyo, con tu sonrisa, tu constancia, tus cabreos, tus “tú sabrás”, tus “haz lo
que quieras”, tu comprensión, tu sensatez, tu alegría, tu mirada, tu fuerza, tu
ánimo, tu cariño… Gracias, María por elegir a un tipo que te da las gracias en
un blog. Gracias por compartir tu vida conmigo estos 12 años. Eres maravillosa.
Mañana empezamos los 13, ok?
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