lunes, 29 de febrero de 2016

dime ARCO bonito

¿Qué precio tiene el título de este post escrito con lapiz de labios en un contenedor de basura del que sobresalen todo tipo de flores? "El que alguien esté dispuesto a pagar", se suele decir. Yo diría, el que se le ocurra al autor en un golpe de inspiración. En ARCO, el precio es parte de la obra de arte. En Arco, el público se muestra indiferente ( o como mucho se indigna) ante una obra titulada "lucha entre ketchup y ali-oli sobre lienzo". Pero el público vibra, se emociona, comenta, reacciona cuando ve que esa obra cuesta 6000 €. De hecho, después de 35 años de exposición y no pocas bromas, anécdotas, provocaciones y ocurrencias (joder, hoy parezco Camps disparando sinónimos) que alimentan la chufla colectiva, he llegado a la conclusión de que ARCO vive de eso. Una exposición/feria de arte que vive de todo lo que no es arte.

¿Qué opinan aquellos artistas o expositores que sí se han desnudado emocionalmente ante un lienzo?
¿Qué opinan los que consiguen llegar más allá de los 5 sentidos con su talento y su capacidad para expresar/ generar emociones?
¿Qué opinan aquellos que conmueven o atraen antes de ver el precio?
¿Convivir con la ocurrencia devalúa?
¿Crear con el único objetivo de provocar es arte?
¿Por qué hago tantas preguntas si sé que nadie va a contestar?
No lo sé, pero la línea entre ocurrencia y arte es cada vez más delgada. Quizás tan delgada como la puerta de ARCO.

En cuanto a ironía, ya me despaché a gusto en 2011. Pero en esta ocasión, me parece especialmente legítimo recurrir a aquel post porque revisando el catálogo de obras de este año, he visto una (ver final del post) que me ha recordado aquellas palabras:


nARCO 2011

- Oye, ¿y tú qué te metes para crear tus obras?
- Lo que peor me siente. así vomito en el lienzo y surge una composición única y desestructurada, digna de Arco. Mira, a este lo he titulado "Hastío".

El otro día me encontré 4000€ en el suelo, hechos un rulo de esos que llevaba Jesús Gil para apostar jugando al parchis. Como no me creí lo que me estaba pasando, decidí seguirle el rollo a esos 4000 eurazos y gastarlos de la manera más disparatada posible. No dudé en ir a ARCO, y solicité los servicios de un asesor capaz de convencerte de que el autor de "Hastío" pensaba en algo antes de ponerse a crear.

Todo es posible en ARCO. Quizás el trapo con que se han limpiado unos pinceles alcance más valor que el lienzo que han tocado esos pinceles. Quizás una mancha de vino no sea una mancha de vino, sino la proyección de una retrospección intimista que muestra el dilema entre el "yo" y el "mi", con todo lo que eso conlleva.

- Me gusta este - Le dije al asesor.
- Qué buen gusto. Se trata de una obra extraodinaria, repleta de personalidad. Su autor refleja una lucha interna entre la necesidad de expresar sus sentimientos, y los condicionantes sociales que impiden mostrar con nitidez y precisión su energía positiva, su fuerza interior.
- vale, vale, me mola eso que has dicho. ¿Cuánto vale?
- Casualmente, creo que el precio coincide exactamente con el presupuesto que me comentó.

Unos días después, recibo una llamada:
- señor garcía?
- puedes llamarme garcía a secas
- Soy el autor de la obra que adquirió en ARCO. Verá, no le quiero engañar. Al parecer, la obra destinada a exposición se traspapeló entre algunos de mis documentos. En el papel que usted se llevó, simplemente estaba tratando de que me pintara el boli.

Ahora, ese "cuadro" ocupa un lugar privilegiado en la pared de mi casa. Cuando lo miro, sólo veo naturalidad. Tanta que no puedo evitar descojonarme. Qué gran obra.

Saludos pintorescos



SAMANTHA THOMAS. Complex Systems #5, 2014-2015 Acrílico e hilo sobre lienzo Acrylic and thread on canvas 140 x 116 cm




miércoles, 3 de febrero de 2016

Entrada libre

Esta es una de esas entradas que no conoce la siguiente línea. Te aviso de antemano para ahorrate la curiosidad: no voy a contar nada. Esto es, sencillamente, escribir. Desde este rincón escondido en ninguna parte reivindico el placer de escribir. Escribir por escribir, porque te da la gana, porque te sientas inspirado después de una peli, una canción o un libro. Porque te aprecias lo suficiente como para pensar que tienes mucho que contar a los demás... escribir porque imaginas, porque sueñas, porque tienes tu propia manera de expresarte... escribir porque es tu forma de ser tú. Escribir porque sí, porque te llena, te vacía, te eleva y te lleva a momentos donde uno es capaz de sorprenderse a sí mismo. Escribir porque tienes la cabeza en otra parte, porque has pasado por un instante que te lo pide a gritos, o porque necesitas tu dosis de felicidad en la evasión del teclado, aunque sea desde la melancolía más demoledora. Escribir porque el día a día se cura con ironía, porque puedes decirlo todo con palabras que no significan nada, porque has encontrado algo, alguien, eso que merece la pena. Escribir porque te sientes optimista, fuerte, libre y capaz de cagarte en la puta madre del mundo entero sin perder la sonrisa ni faltar al respeto. Escribir sin leer lo que escribes. Escribir sin pensar en historias, personajes, tramas o lugares... escribir sin explicaciones, sin la palabra más adecuada o la manera de terminar algo que no recuerdas cómo empezó. Escribir, escribir, escribir...